lunes, 14 de abril de 2008

LOS DUEÑOS DEL HAMBRE


Ellos están allí, fumando un puro,
fermentando sus lentas digestiones,
rozándose las calvas en los muslos
de alguna amante cara.
Ellos están allí, no saben nada.
Menean la cabeza, se lamentan,
cotizan los trigales.

Son obesos riñones alfombrados.

Acusan un perfil feliz sin sangre,
regatean la luz, se dan la mano,
empujan el destino con bolsillos,
racionan el esperma semanal,
no se derrochan.

Van con el pan de los otros descontado,
con la risa llenando portafolios,
con robados veranos asaltados.

Se llaman chevrolet y billetera,
abono en el Colón, estancias, haras.

Se abotonan al hombre en la bragueta.

Ellos están allí, no saben nada.
Pero uno sabe todo y se camina,
se cambia los zapatos,
fuma, escribe,
saluda a los vecinos, se sonríe,
se mira de costado en las vidrieras.
Se muerde el corazón hasta la boca
para afirmar un verso o un amigo,
se moja la garganta, llora, grita,
entroniza el amor en cualquier rostro,
se toca codo a codo con la gente.
Sucede que es domingo y uno sale
pateando el sol azul en las veredas.
O lee titulares en los diarios:
un terremoto en Méjico,
un general baleado por la espalda,
inundación, disloque, huelga, hambre,
un tren descarrilado, una epidemia.

Es cierto, están allí, no saben nada.

Pero uno sabe toda esta consigna
de amar la hormiga muerta, los otoños,
un banco puesto al sol sobre una plaza.
Uno sabe decirse que es bastante
tener que andar llorando por un cielo,
por un pedazo viejo de esperanza
que alguno se comió tras una puerta.
Uno sabe querer todo este mundo,
su triste circular, su pozo grave,
su perfume de niños abortados.
Uno sabe morir y se le trepa
la calle por la sangre hasta los ojos,
quisiera repartir la primavera,
volverse un barrilete,
ser un perro,
tener la vida entera en los talones,
donar el hueso, el nombre, la alegría.

Y sin embargo están allí, fumando un puro,
se afeitan diariamente, son los dueños
del tiempo y la porción,
no saben nada.
Caminan embozados, desparraman
un agrio olor a flor de velatorio.

Se abotonan al hombre en la bragueta.
Aún cambian estrellas por monedas.

NIRA ETCHENIQUE
ARGENTINA

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