domingo, 6 de abril de 2008

EN BUSCA DE LA GRACIA


Aquella noche de hace tanto
de cargada oscuridad
cuando te dije
quiero tocarte
tocándome
y tu penetrante lengua se refugió
en un cuerpo desplomado
y sin manos.
Tus ojos se volvieron
opacos y húmedos
era el Dios en ti que quería
tocara el Dios en mí,
era tu fe lo que yo necesitaba
prestar en esa noche
esa eléctrica mezcla de hace tanto
de cuerpo, mente y alma.
Yo necesitaba tus dedos
mezclando la tierra
y moldeando con saliva
terrones de arcilla
hasta volverlos puntos ciegos
Había tanta hirviente verdad
oscura caliente y ligera
esa noche y otros días
tantos milagros inéditos habían sucedido
o así lo creía yo.
¿Estaba pidiendo demasiado?
¿Más de lo que tus manos
podían abarcar?
¿Estaba el otro extremo de esa mesa
más allá de tu alcance?
Quizás debí
haber tocado en silencio
el ruedo de tus pantalones
cuando me dabas la espalda,
haber tomado tu virtud
por sorpresa
e irme
plena de espíritu,
pero eso quedó atrás
me he retirado
y preguntas por qué.
Me he separado para deshacerme
de la piel que hizo huir tus caricias
y nos deslumbró a ti y a mi
una piel que recuerda
el sonido y el gusto
del amor a escondidas
la fragancia y la caricia
de estremecimientos en pánico.
Me he separado
para renovar otra piel
que conoce el sobrecogedor
espectáculo de las caricias sacras
esa noche eléctrica de hace tiempo
cuando el cuerpo
la mente y el alma
parecían tan seguras de tu gracia
tus manos sanadoras
era el Dios en ti
lo que yo necesitaba
para tocar el Dios en mí.
Que así sea.

MARION BETHEL
BAHAMAS

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