domingo, 6 de abril de 2008

LOS DE RAZA PURA


He aquí a través de mi oído tramado de rechinamientos
de dientes
y de cohetes sincopar de rudas fealdades
los cien caballos de raza pura relinchantes del Sol
en medio del marasmo.
¡Ah! Siento el infierno de las delicias
y por las brumas olorosas a huecos podridos imitando
desgreñadas
cabelleras –esperas respiraciones de ancianos
imberbes- la tibieza mil veces feroz
de la locura aullante y de la muerte.
Mas cómo, cómo no bendecir,
tal como no lo han soñado mis lógicas,
dura, agrietando a contrapelo su nauseabundo
hacinamiento
y su saburra y más patética
que la flor fructificante,
cómo no bendecir la polilla lúcida de las sinrazones.

Y oigo el agua que brota,
la nueva, la intocada, la eterna,
hacia el aire renovado.

¿Dije el aire?

Un menstruo de cadmio con gigantescas vejigas
expalmadas de albayalde de blancas mechas
de tormenta.

Paisaje esencial.

Tallados en la propia luz fulgurantes nopales
auroras crecientes inauditos blanqueos
enraizadas estalagmitas portadoras de luz

Oh ardientes latescencias prados hialinos
nevados haces

hacia los ríos del neroli dócil de los setos
maduran incorruptibles de lejana mica
su dilatada incandescencia.
El párpado de los rompientes vuelve a cerrarse –Preludio-
tintinean las yucas audiblemente

¿Quién
rapa
y arrapa
el rebumbio, más allá del corazón embarullado de este
tercer día?

¿Quién se pierde y se desgarra y se ahoga
en las enrojecidas olas de Siloé?
Ráfaga.
Las luces flaquean. Los ruidos rizoforan
y la rizófora
humea
silencio.

Bosteza el cielo de ausencia negra.

y he aquí que van
vagabundaje anónimo
hacia las seguras necrópolis del poniente
soles lluvias galaxias
fundidos en fraterno magma
y la tierra olvidada ya la soberbia de las tormentas
que en su vaivén orla desgarrones
perdida paciente en pie
endureciendo salvajemente la invisible marga de las conchas
fósiles
se extingue
y la mar pone a la tierra un collar de silencio
la mar que fuma la paz sacrificial
en que se entreveran nuestros estertores inmóvil con
extrañas perlas y mudas maduraciones
abisales

la tierra bota a la mar una comba de silencio
en el silencio

y he aquí la tierra sola
sin temblor ni contracción brusca de los músculos
sin azote de raíz
ni perforación de insecto

vacía

vacía como el día antes amanecida…
-¡Gracia!,¡gracia!
¿Quién clama gracia?
Puños abortados aglomeraciones taciturnas ayunos
hurra por la partida lírica
ardientes metamorfosis
licencias fulminantes
fuego, oh fuego
relámpago de nieves absolutas
caballería de química estepa
sacada de la mar con la marea de ibis
el semáforo aniquilado
suena en las amígdalas del cocotero
y veinte mil ballenas soplando
a través del líquido abanico
un núbil manatí mastica la brasa de los orientes.

AIME CESAIRE
MARTINICA

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