Por contemplar a la que amó en la vida,
delirante fue a abrir su sepultura
y al ver su faz rugosa y carcomida,
sólo lanzó un grito de amargura.
Y tomando su cráneo, estremecido,
Y tomando su cráneo, estremecido,
Vertió... vertió sobre él su llanto todo,
y luego, hablándole al oído,
lo alzó y bebió las lágrimas y el lodo.
Lo que dijo el dolor de su alma loca,
Lo que dijo el dolor de su alma loca,
nos contaran si hablaran los gusanos.
Sólo sé que otros ojos más humanos,
le vieron con el lodo entre la boca
y el cráneo entre las manos . . .
FELIX VALENCIA
ECUADOR
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