miércoles, 13 de febrero de 2008

PROMESA


Todas cimas coronadas, todas cimas regocijadas, las
voces en coro desde las profundidades, las alas
libres, campanas del aire,
Proclaman a la luz el derecho de primogenitura
Y en un vasto resplandor de canto en las más altas
savias
El hombre se reconoce y declara: "Victoria".
Portador de brasa y de verdor, vean cómo un pueblo
de vencedores desciende las pendientes
de caridad;
Aquel que sostenga que vana es la promesa no habrá
comprendido el sentido de la palabra del pasado.
Vean cómo un pueblo triunfante abre los fastos de la
fiesta (que ya no lo es de hoy, sino de antiguo
y de historia)...
Cuál es la voz que hablará, cuál es la voz que dice:
"Victoria está en la ciudad y en la garganta de las
palomas, pues el cetro de piedra viva está confiado
a la pureza".
Volvemos de una memoria... el tiempo fue hecho
del espanto de una noche de hombres de fierro;
¡Oh angustia sobre la ciudad! Pesadilla y ruido de
acero, interminable, sobre los casquillos.
Yo hablo de la noche en que la estrella fue herida
Ahora que el día se instala, vean cómo un pueblo
recién nacido, portador de brasa y de verdor, vean
cómo un pueblo recién nacido desciende
las pendientes de la claridad.
Y yo, poeta y ciudadano, entro en la muchedumbre,
entre los fuegos de dicha y el canto de los
estandartes.

RENÉ PHILOCTÈTE
HAITI

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