Novia vegetal, viajera
de ausencia larga.
Siempre disimulando sueños, siempre
a lo lejos, lejana.
Esquiva tras los juncos
nocturnos de la distancia.
Yo no la hubiera amado tanto, pero entonces
era setiembre y hasta la piel se le aromaba.
Antes de mirar, le amanecían
los ojos dulcemente desde el alma.
Su voz débil de mimbre
iba doblando lirios detrás de la palabra.
De pronto se volvía, para reír, abriendo
un balcón de camelias sobre el alba.
Yo no la hubiera amado tanto, pero era
azul de corazón y atardecer, y me bastaba.
Jugaba haciéndoles camino a las estrellas
junto al agua.
Su silencio tenía
rumor de casuarinas sin viento entre las ramas.
Yo no la vi llorar, porque me iba.
Quedaba tan lejana.
Yo no la vi llorar, pero tendría
un agua marina trémula en las lágrimas.
de ausencia larga.
Siempre disimulando sueños, siempre
a lo lejos, lejana.
Esquiva tras los juncos
nocturnos de la distancia.
Yo no la hubiera amado tanto, pero entonces
era setiembre y hasta la piel se le aromaba.
Antes de mirar, le amanecían
los ojos dulcemente desde el alma.
Su voz débil de mimbre
iba doblando lirios detrás de la palabra.
De pronto se volvía, para reír, abriendo
un balcón de camelias sobre el alba.
Yo no la hubiera amado tanto, pero era
azul de corazón y atardecer, y me bastaba.
Jugaba haciéndoles camino a las estrellas
junto al agua.
Su silencio tenía
rumor de casuarinas sin viento entre las ramas.
Yo no la vi llorar, porque me iba.
Quedaba tan lejana.
Yo no la vi llorar, pero tendría
un agua marina trémula en las lágrimas.
JOSE Mª GÓMEZ SANJURJO
PARAGUAY
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