martes, 12 de febrero de 2008

EL ACTO



En el lecho los dos. Enloquecido,
y antes de consumar el rito magno,
me bebía sus nítidos efluvios
y quemaba su cutis con mis labios.

Al perseguir la euritmia de su nuca
para ofrendarle el culto de mi beso,
mi espíritu de sátiro y artista
quiso, para adorarla, ser eterno.

Oh, magia singular, que me sorprende
al cantarle a la Vida himno profano!
Ver un cielo carnal color de rosa
y en él negras estrellas palpitando!

Portento sibarítico que acendra
mis informes antojos sensualistas,
hallarme un cielo-aurora que perfuma
y lunares-luceros que titilan.

Mientras las mamas como pomas vivas
de tenues halos y maciza pulpa,
al compás de algún ritmo misterioso
se agitaban erectas y desnudas,

bajo el niveo dosel del alto lecho
(y al consumar el rito de la Vida)
como dos astros muertos que se apagan
se ocultaban sus cálidas pupilas.

REGINO BOTI
CUBA

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