viernes, 15 de febrero de 2008

ALMA VENTUROSA


Al promediar la tarde de aquel día
Cuando iba mi habitual adiós a darte,
Fue una vaga congoja de dejarte
Lo que me hizo saber que te quería.

Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía...
Con tu rubor me iluminó al hablarte,
Y al separarnos te pusiste aparte
Del grupo, amedrentada todavía.

Fue silencio y temblor nuestra sorpresa;
Mas ya la plenitud de la promesa
Nos infundía un júbilo tan blando.

Que nuestros labios suspiraron quedos...
Y tu alma estremecíase en tus dedos
Como si se estuviera deshojando.

LEOPOLDO LUGONES
ARGENTINA

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